ASÍ NOS ACOMODAMOS
- ¿Le gusta a usted el fútbol...? - eso le pregunto yo.
- Yo soy un fanático... - dirán otros.
- Pero de lo que sí estoy seguro - tercio yo de nuevo - es que todos saben la disposición que adoptan los jugadores de un equipo en la cancha. Porque eso es elemental. Hasta un neófito lo tiene presente. Veamos: el arquero aquí; la zaga un poco más adelante; enseguida la media; y luego la línea delantera ... ¿Estamos...?
Pues bien, en días pasados que quise ver a Ormeño y conversar con él, hubimos de proceder de igual manera. Porque la charla no se concretó a los dos. Sino que fue una amable y familiar reunión entre siete personas. Sin contar a la sobrinita de Walter que estuvo presente, pero que no habló...porque aún no sabe.
ATLETA EN CIERNES
- ¿Es usted supersticioso, Walter...? - es mi primera pregunta.
Y aunque la afirmación optimista no es completa, la rápida y exitosa carrera del jugador lo prueban. Absuelta la pregunta ensayo una nueva:
- Si...Me inicié aquí en el barrio y jugué mis primeros matchs en Barranco de guardavalla. Después, jamás he abandonado el puesto...
Todos reímos. Acaso algunos pensamos en los diversos caminos que toma nuestra vida conforme pasan los años...
- Sin embargo aquí en la casa todos estamos contentos...Creemos que al atleta sacrificado le ha sacado ventaja el futbolistas de calidad... - dice convencida la hermanita, en cuya clara mirada vemos a la hincha incondicional.
- Entonces, ¿no tiene usted ninguna oposición por parte de su familia, Walter...?
- ¡Ah, no! Por esa parte estoy tranquilo. Más aún debo decirle que es mi madre mi mejor consejera. Y quien me cuida. Y me señala a tiempo muchas de las que no me doy cuenta exacta a veces...
- Además, no sería justo que existiera resistencia - dice la mamá - pues mi esposo en su juventud también practicó el fútbol. Y le voy a decir a usted que se destacó. Y que llegó a actuar de wing con muy buen suceso, por uno de los cuadros de primera de Pisco...
La conversación a estas alturas se torna amena e interesante. En la casa, contra lo pensado, no todos son partidarios de la "U". Un hermano mayor de Walter, jugador también, y el padre son incondicionales de Municipal. Mientras él, la mamá y la hermanita favorecen al cuadro "crema". Más, cuando hay que escoger al mejor guardapiolas las opiniones se uniformizan. Y la voz de orden es:
- ¡Walter Ormeño...!
Generalmente, en las fechas que juega la "U" todos van al Estadio. La única que queda en casa es la madre. Y es que ella no puede resistir ver ciertos pasajes de la brega. En especial, aquellos en que su hijo debe hacer frente a cargas peligrosas o a disparos hechos casi a boca de jarro.
EL DÍA DEL DEBUT
En la vida deportiva de Ormeño hay un día que está marcado en forma indeleble. Es el del debut. Estaba en la portería crema Sacco. Y Walter salió - al cabo de haber sido probado cuidadosamente en los entrenamientos - como suplente. Fue el domingo 7 de abril de 1946. El partido se jugaba contra Municipal, quien había ido al match reforzado por Gómez Sánchez, el entreala aliancista, actualmente en Boca.
- Apenas empezó el partido - rememora visiblemente afectado Walter - los "millonarios" atacaron con decisión llevando cargas peligrosas contra el arco. Después de probar varias veces a Sacco, y cuando se estaba jugando la primera mitad del tiempo inicial, lograron marcarnos dos goles. Parece que algo resentía a nuestro arquero titular pues no rendía su juego acostumbrado. De un momento a otro vi que Sacco abandonaba la portería. Y yo ingenuamente, estando detrás de la red y habiendo salido para un caso como éste, pensaba con toda tranquilidad cual si fuera un espectador más: - ¿Y ahora quién saldrá a tapar en su lugar...? Mientras tanto Da Silva me hacía señas invitándome a ponerme entre los palos. Y yo muy tranquilo seguía sentado. Me parecía imposible que fuera a mí. Sólo cuando se acercó Arturo Fernández y me dijo:
- "¡Vamos, Ormeño, rápido, al arco...!"
- Fue que me cercioré de la verdad del caso... - Aquí hizo una pequeña pausa. Suspiró hondo. Y siguió: Bueno, ese día jugué como un borracho, con movimientos de autómata, sin saber lo que hacía. Debí estar muy azorado porque Da Silva a cada rato me hablaba:
- "¡Ánimo, Flaco, ánimo...! No tengas miedo, aunque te pasen veinte goles..."
- Felizmente finalizó el primer tiempo y fuimos al camarín. Allí encontramos a Juan Honores que siguiendo su costumbre vino a conversar con los nuestros. Al verme se me acercó. Yo me estaba peinando nerviosamente. Apartado de todos, me dijo:
- "¿Es usted el nuevo arquero de la "U"?
- Sí...le contesté.
- "Pues bien - aconsejome. Hágame caso. No se ponga nervioso. Y así como ha tenido valor para salir al campo, téngalo ahora para cortar el avance de los delanteros contrarios. Salga sin miedo. Con su tamaño ninguno podrá ganarle la bola..."
- Desde ese día lo hago así...Ustedes dirán si he tenido éxito...
Y como en este caso la opinión de todos los presentes estaba demás...Usted, lector, tiene la palabra...
Lo lleguè a ver siendo campeòn en 1949.Fue un personaje que influyò junto con Alberto Terry a que me hiciera hincha de la U.
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