lunes, 23 de febrero de 2015

ANDRÉS DA SILVA: EL MARISCAL CREMA


Cuando el 24 de setiembre de 1955 en un encuentro entre Sport Boys y Universitario de Deportes, Andrés Da Silva, back centro y capitán de la "U" cayó dramáticamente al suelo víctima de un foul de Jorge Lama, centro delantero "rosa", se temió algo grave, se dejó vislumbrar que algo terrible le había pasado. Los miles y miles de espectadores pensaron en la lesión, en los largos días de enyesamiento y en la curación total, lo cual le permitiría volver a las canchas para seguir defendiendo con la misma eficacia la ciudadela "crema" conforme lo había venido haciendo desde 11 años atrás. Todos pensaron en eso porque se acordaron de Carlos Arias de la "U", Adolfo Donayre del cristal y de tantos otros futbolistas que como Da Silva sufrieron la fractura de la pierna y volvieron a las canchas como si nada les hubiera sucedido, ni siquiera con el prejuicio del miedo a una nueva lesión.

Desgraciadamente para el fútbol y en especial para los hinchas de la "U" cuyo equipo no ha podido conseguir hasta ahora un digno sustituto, Da Silva no volvió más a las canchas. Su largo trajinar por ellas, la edad que no era la misma de cuando se inició en el balompié, la seriedad de la lesión sufrida, sus labores como empeleado de Droguerías Kahan que le habían permitido un cambio circunstancial en su vida privada, lo ayudaron a decidirse y con muchas lágrimas y profundo dolor en el corazón se dijo: "Andrés, para ti se acabó el fútbol".


Y así fue, pese a que quedó completamente bien de la lesión, que podía seguir jugando porque Universitario lo necesitaba, dijo adiós para siempre al fútbol, después de haber entrenado en dos oportunidades en la "U". No obstante, Andrés siempre sigue manteniendo la misma figura atlética que lo hizo triunfar en Universitario de Deportes. Debido a los continuos ejercicios que hace, la curva de la felicidad aún no se ha insinuado en su abdomen. Él es un hombre serio y reposado y gusta de pasar las veladas en su hogar al lado de su esposa y de su menor hijita que es su chochera. Eso sí, no se ha olvidado del fútbol; como cualquier hincha fanático, concurre a todos los encuentros al Estadio, especialmente si en estos toman parte Universitario de Deportes o Sport Boys, los equipos por los cuales jugó durante su carrera deportiva.

En este año se cumplirán exactamente diez desde que por primera vez vistió la casaquilla nacional en el Sudamericano de Guayaquil, y en el cual Da Silva se erigió como el mejor defensa nacional, siempre nominado para formar la pareja titular del Perú al lado de Enrique Perales. Juntos hicieron la mayor parte de encuentros de ese Sudamericano y cumplió excelente papel, especialmente ante Chile y Argentina, erigiéndose como un verdadero valor del seleccionado nacional. Estando en Guayaquil, varios equipos extranjeros le ofrecieron contratos, pero él identificado profundamente con la "U" no aceptó ninguno y volvió al Perú, íntimamente feliz porque tenía la seguridad que había cumplido de acuerdo a su capacidad y no había defraudado a quienes en él confiaron antes de salir de Lima.

Junto al goleador del Mundial de Brasil 1950: Adhemir. 

Cuán lejanos le parecieron entonces los días en que empezó jugando al fútbol en el Jorge Washington del Callao, clubcito del cual han salido muchísimos de los mejores jugadores porteños a través de varias generaciones. Da Silva empezó jugando allí al lado de Guillermo Barbadillo, Chito, Higinio Bejarano y otros muchachos que como él llegarían a despertar en el primer equipo del Sport Boys y del Atlético Chalaco, cuadros que son la meta ansiada de todo porteño que siente verdadero amor por el balompié.

En el año 1936 pasó al Atlético Chalaco, cuadro del que venía recibiendo propuestas con bastante insistencia, ya que en el decano porteño se quería formar un gran cuadrito infantil.. Estuvo allí 4 años y sus progresos se fueron haciendo notorios; pasó a juveniles, luego a la tercera y después a reservas, justo cuando se pensaba hacerlo debutar en primera fue llamado por Sport Boys. Aceptó la solicitud de los rosas y debutó triunfalmente ante alianza lima formando pareja con Hernández Álvarez, con quien años después volvería a jugar en la "U".

Su primer encuentro en Boys lo hizo frente al alianza lima, tocándole controlar nada menos que a Magallanes, quien no obstante su veteranía, seguía siendo el mismo endiablado dribleador. Da Silva cumplió bien y tanto dirigentes como entrenadores quedaron felices con su adquisición. Con sport Boys en una de las mejores campañas que ha dado el cuadro "rosa" fue Campeón en el año 1942. Un año después en el 43, efectuó su primer viaje al extranjero. La meta fue Colombia, donde realizaron varios encuentros consiguiendo resonados triunfos.

Al perder Universitario de Deportes a Olmedo Quiñones por haber pasado éste al Tabaco, los dirigentes "úes" se dieron a la búsqueda de un hombre que pudiera suplir con creces al chiclayano. Lo buscaron "por tierra y por mar", hasta que el Dr. Meza, entonces directivo de la "U", se dio cuenta que el hombre ideal era el back Andrés Da Silva que en Sport Boys formaba pareja con Prisco Alcalde. Sin pensarlo dos veces lo citaron al club y le manifestaron los deseos que tenían de afiliarlo. Da Silva que siempre había soñado con jugar en la "U" y que se sentía admirador de LOLO FERNÁNDEZ, aceptó las propuestas y firmó contrato por tres años mediante el pago de la entonces suculenta suma de ochocientos soles, aparte de los porcentajes semanales que algunas veces eran de 80 a 120 soles.


Desde entonces hasta el año 1955 en que sufrió el accidente que lo alejó para siempre del fútbol, quedó como back titular de Universitario de Deportes. Con este equipo fue campeón en los años 1945, 1946 y 1949, luciendo sus grandes cualidades especialmente entre 1945 y 1949, años que él considera como los mejores de su vida deportiva. Da Silva fue un jugador bastante serio y hasta cierto punto enérgico. Basada la efectividad de su juego en su guapeza para defender el área. No era técnico por excelencia, era más bien del tipo rechazador y rompedor, modalidad que hizo famosos a Arturo Fernández, Enrique Perales, José Luna y otros destacados zagueros nacionales.

Bicampeón con Universitario 1945-46. Arriba: El masajista Antonio Vera y Burga, Eduardo "Lolín" Fernández, "LOLO" FERNÁNDEZ, César Luna, Walter Ormeño, Carlos Stolsenbach, Carlos Arias, Mario Roggero, Augusto Gasco y Andrés Da Silva. Abajo: Julio Morales, Maximiliano Huapaya, Pablo Pasache, Guillermo Marchena, Ruperto Castro, Juan Castro, Gilberto Torres y Luis Navarrete. 

En el juego por alto siempre destacaba. Su estatura y su fortaleza física le hacían casi siempre salir triunfante de los choques con los delanteros. Él mandaba y gritaba en la cancha a sus delanteros. Muchas veces como Rossi, exageraba la nota, pero no lo hacía por exhibir una pose sino porque no le gustaba perder. Tuvo como compañeros de línea a Álvarez, Jordán, Rufino Valdivieso y otros, y con ellos, especialmente con Valdivieso se entendió a las mil maravillas. Sus arqueros, llámense estos Ganoza, Sacco, Ormeño, Busanich, Garagate o Zegarra, siempre se llevaron bien con él. Cuando fui arquero en la "U" tuve oportunidad de jugar algunas veces al lado de Da Silva y pude darme cuenta que los ademanes o las jugadas que para muchos espectadores de las tribunas eran "detalles", resultaban en realidad consecuencias de la misma desesperación con que defendía su área. No tenía muchos admiradores porque no andaba con la sonrisa en la boca. Era taciturno y más le gustaba estar arrinconado escuchando lo que otros hablaban antes que emitir alguna opinión.

Comandando la vuelta olímpica al lograr el título de 1949.

Cuando se perdía algún partido estaba más callado que nunca, porque si hablaba, era para estallar o emprendérselas con algún compañero de equipo. Él gustaba de hacer bromas o chistes en contadas ocasiones, especialmente cuando en el camarín estábamos sólo los jugadores, delante de desconocidos se volvía mudo. Con Busanich, LOLO, Terry, Ormeño, Gasco y Arturo Fernández eran grandes amigos, y se contaban chistes, especialmente los que recogían de las giras que hacían.

Con Universitario de Deportes estuvo dos veces en Chile, una en 1945 cuando llevaron a ese famoso combinado que más fue una selección nacional. En otra oportunidad, reforzó a Muncipal yendo a la Semana Peruana de Viña del Mar; allí volvió a formar pareja con Enrique Perales, teniendo como arquero al "chino" Busanich. Con la "U" estuvo dos veces en Colombia y otras tantas en Ecuador. En una oportunidad viajó a Bolivia. Cuando el seleccionado nacional concurrió al Campeonato Sudamericano realizado en Brasil en el año 1949, Andrés Da Silva fue nombrado capitán del equipo peruano. Actuó en todos los compromisos formando pareja unas veces con Fuentes y otras con Arce. su desempeño gustó mucho, especialmente ante Uruguay y Chile, encuentros que ganamos sensacionalmente. A raíz de esos encuentros los simpatizantes de la "U" lo bautizaron con el mote de "Mariscal", tal como se le llamó en sus buenos tiempos al gran José Nazazzi. Muchos aficionados más conocieron a Da Silva como "Mariscal" que por su propio nombre.

En 1952 junto al arquero Juan Chau Busanich y Eduardo Rodríguez.

Andrés Da Silva acompañando al ídolo eterno, LOLO FERNÁNDEZ, en su último clásico el día 30 de Agosto de 1953. 

Durante los once años que jugó en Universitario de Deportes actuó en casi todos los encuentros internacionales que sostuvo su equipo, frente a cuadros de distintas nacionalidades que visitaron nuestra Capital. Él, fue uno de los hombres que labraron el triunfo de la "U" sobre Racing de Buenos Aires el día inolvidable de los cinco goles de LOLO FERNÁNDEZ. Fueron once años durante los cuales gozó y sufrió con la "U".


Es por eso que ahora, los miles y miles de aficionados encariñados con el Universitario, equipo popularísimo en nuestro medio, añoran los años en que Da Silva defendía su ciudadela y desearían que durante los encuentros del campeonato, el "Mariscal" estuviera en la zaga defendiéndola con el mismo coraje y cariño que supo brindar durante once temporadas que para él son inolvidables y que llevará siempre como uno de los recuerdos más gratos de su vida.

El gran Mariscal nos tomó la delantera en marzo de 1994.


Texto: Raúl Dreyffus 
Revista Goal (1957)

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